La arquitectura mexicana, como el país todo, se debate actualmente en una profunda crisis, pese a lo que digan los apologistas de lo ficticio, crisis de identidad. Eso es evidente. En realidad, la arquitectura y el urbanismo-- y la cultura ambiental que en ellos se genera-- son un excelente indicador delgado de desarrollo y de cohesión que ha alcanzado una sociedad en un punto determinado. Allí se generan muchos de los problemas que la caracterizan incluyendo el de la conciencia de si.
(Vejar, 1996)
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